Fue
el 15 de junio del 2018. Partimos sobre las nueve y media de la mañana y
después de un viaje tranquilo, llegamos a Colungo donde nos esperaba la guía.
Después
de un rato de marcha por el sendero con altibajos y alguna que otra piedra, llegamos al abrigo que visitamos que estaba
en un alto y había un gran repecho. Hay que subir con cuidado.
El abrigo estaba vallado, por motivos de seguridad de las pinturas rupestres que datan de
la Prehistoria.
La explicación
duró una hora larga. Había un ciervo que le faltaba un trozo del cuerpo porque
se había caído la pintura.
El resto
de las pinturas de la cueva casi no se apreciaban, pues estaban muy borradas y difuminadas
por el paso del tiempo. La guía tenía unas diapositivas que nos enseñaba y con las que pudimos interpretar las pinturas.
Según
la explicación de la guía había otra manda de ciervos que iban caminando en
dirección del cazador, pero había que imaginárselo un poco, pues casi no se
notaba.
En otro
extremo de la cueva había un cazador con las flechas y el arco como si estuviera
en disposición de cazar.
Durante el viaje
de regreso del abrigo fue comentando las plantas que había en el entorno.
Luego
fuimos a ver un mirador donde se veía un paisaje marvilloso y precioso. Fuimos a
comer a un bar de Colungo.
Tras la comida regresamos a Monzón, esperando poder hacer la excursión el año que viene.